domingo, 23 de enero de 2011

CUESTIONANDO A LA GIOCONDA


Hemos podido leer múltiples artículos y publicaciones sobre el cuadro de La Gioconda de Leonardo da Vinci. Permitirme entonces que yo añada uno más, no para resolver el misterio que entre todos hemos contribuido a crear en torno a él, sino para cuestionar buena parte de lo publicado y también para desmitificarlo.

¿Por qué tanto despliegue mediático sobre su figura?  ¿Es real su valor, que según muchos expertos, resulta incalculable? ¿Es tan brillante y espectacular como para ser designado como uno de los cuadros más brillantes de la historia del arte? Yo creo que no.

Todos conocemos los datos principales, el autor, sus medidas, los materiales utilizados... empezamos a vacilar cuando se trata de poner fecha de ejecución y por su puesto a especular cuando deseamos poner nombre y apellido al personaje retratado.

Si Leonardo pudiera leernos, posiblemente se reiría de nosotros y no entendería nuestra preocupación por esta obra. De hecho, si reflexionamos un poco, dicho cuadro estuvo guardado en alguna sala del Louvre, olvidado por todos durante dos siglos y recuperado por Napoleón. Es su robo el 1911 el que le da la publicidad necesaria para salir de su anonimato y le permite ocupar un lugar destacado dentro del museo.

¿Es que durante el barroco no supieron apreciar la sonrisa de La Gioconda? ¿Es que a nadie se le ocurrió pensar el incalculable valor que se guardaba en el sótano? ¿Por qué le estamos dando ahora tanta relevancia? ¿Es comparable esta obra al cuadro de Las Meninas de Velázquez o al Guernica de Picasso? Debo recordar aquí que el Guernica pasó por Nueva York con más pena que gloria  ¿No somos finalmente nosotros mismos los que resucitamos o devolvemos al olvido todo cuanto aconteció en el pasado?

En historia, creo que deberíamos ser más objetivos. Es natural el interés de un museo que todas y cada una de sus obras susciten el mayor interés posible, pero no hay que perder la perspectiva, no la del cuadro, sino la nuestra. Sólo es un lienzo, un retrato femenino de excelente ejecución, pero resulta del todo desproporcionado que una universidad seria intente desvelarnos, además en porcentajes, de qué clase de emociones está compuesta la sonrisa de La Gioconda, o que algunos intenten hacernos creer que pudiera llegar a ser un autorretrato del autor...  ¿qué pruebas documentales tenemos? ¿Qué datos nos permiten realizar tal afirmación?  Para mí, es el conjunto de la obra de Leonardo quien lo hace grande, sus conocimientos, su aportación en el mundo del arte, no una única sonrisa.

Resulta del todo incomprensible ver una fila interminable de japoneses realizando fotografías del cuadro, convirtiendo en misión imposible tu acercamiento al mismo para poder contemplarlo. ¿No somos en cierto modo responsables del resultado? Si otro cuadro hubiera sido el objeto de nuestros comentarios ¿sería éste el fotografiado? Ello me hace recordar la figura de Salvador Dalí en Nueva York ¿serían reales sus excentricidades o simplemente un estudio perfectamente ejecutado para publicitar sus obras (el llamado marketing americano) y su persona? Ello no le resta mérito a su obra, que sin duda la tiene, pero merece también nuestra reflexión.