viernes, 14 de septiembre de 2012

LOS DERECHOS DE LA MUJER EN EL SIGLO XIV


¿Qué deberíamos decirle al jurista francés Jean Bodín? En 1586 relegó a las mujeres al margen de la vida civil, siendo excluidas de todo cargo público y no dejando que se ocuparan de otra cosa que no fueran “asuntos domésticos”.

Apareció una nueva concepción familiar, considerada a partir de entonces como el fundamento sobre el que se basa el edificio del Estado moderno, que se rige por el cabeza de familia.

Para garantizar este orden familiar, se sacrificaba así para la mujer, no solamente su libertad, también su persona jurídica, ella no tenía prácticamente más identidad que la de ser hija, esposa, madre o viuda, donde solamente este último estado le garantizaba una cierta autonomía civil. Literalmente hablando, la incapacidad femenina significaba que sin la autorización del padre, parientes masculinos o el rey, las mujeres no tenían ninguna capacidad jurídica autónoma.

Una esposa no podía disponer, por ejemplo, de sus bienes, ni asumir un cambio, ni declarar ante la justicia. La defensa de la institución familiar, implicaba proteger la dignidad de la esposa, ya que el enlace matrimonial, la ponía en el centro de la vida doméstica. Una mujer debía ser tratada con respeto.

Sobre el plano material, ella estaba protegida por la dote, una especie de pensión o anualidad que ella recibía en caso de fallecimiento de su marido. En contrapartida, juristas, moralistas y los hombres de la Iglesia, se pusieron de acuerdo para exigir obediencia, modestia, castidad, parsimonia, reserva y no se detenían para conseguir los métodos educativos necesarios para desarrollar estas virtudes.

¿Cuál era entonces el tipo de educación deseable? Ello hizo surgir voces en contra, Christine de Pisan fue la primera en objetar que se tendrían que enviar a las hijas al colegio para que su inteligencia se desarrollara igual que la de los hombres. En casa de Marie de Gournay no hay rastro de resignación, sino un grito de amargura que ella hace constar en 1626 en el “Grief des dames” (Quejas de señoras).

Las cosas no mejoraron en el siglo XV, ni el XVI, pero aparecieron voces deseosas de salir de esta situación absurda y Margarita de Navarra, se abre a la literatura femenina, para relatar los acontecimientos trágicos de su vida. Jamás se había visto en Europa a tantas mujeres, llegar a cargos de responsabilidad, influir en la política y gobernar. Estas mujeres fueron:

Anne de Francia, hija de LuisXI, tomó las riendas del poder durante la minoría de edad de su hermano Carlos VIII. Su hija Suzanne que escribió “Enseignements”, Margarita reina de Navarra, perfecta en poetísa, docta en filosofía y consumada en escritura sánscrita. Dos generaciones más tarde Margarita, hija de Enrique II y Catalina de Medicis, también reina de Navarra. Nadie discutía ya la necesidad de una educación humanista e intelectual para las princesas reales y las damas de la alta nobleza.

Ello nos viene a confirmar que Jean Bodín no tenía razón, jamás la tuvo, ni la tendrá. Lo que yo le diría sería: tenías miedo, sólo eso, un miedo de dificil descripción que te llevó al absolutismo, miedo a la diversidad, al caos en la lucha de poderes, a perder el control de dicho poder, a no compartir junto a ellas ni con nadie, las infinitas posibilidades que podrían ofrecer de haber sido educadas y guiadas en su formación adecuadamente. La ambición y el temor de unos pocos, nos lleva siempre en dirección contraria al bien colectivo.

Nos sigue costando, pero ahí estamos, luchando por nuestro espacio y nuestros derechos, haciéndonos sentir, haciéndonos valer, hay que recuperar muchos siglos de lastre, pero amigo mío, ya no hay retorno, mientras podamos manifestarnos, expresarnos y hacernos sentir, el espacio se va recuperando a grandes pasos sin retroceso.

¿Dónde tenías la cabeza para legislar tal atrocidad? Las fuerzas deben unirse, no dividirse. Espero que todos lo tengamos aprendido.